Publicado
en el Periódico Renovación de Santander de Quilichao
Por
Hugo Hurtado Valencia
Para algunos la
descentralización política, administrativa y fiscal de los municipios fue el
gran logro de los movimientos sociales en Colombia, materializado en la Constitución
de 1991. Para otros, la descentralización no fue más que una forma de
entregarle a los municipios las responsabilidades que el gobierno central y los
grupos dominantes no podían seguir asumiendo.
En cualquier caso,
la descentralización buscó que los municipios lograran satisfacer en mejor
medida sus necesidades básicas fundamentales, eligieran sus propios gobiernos y
fueran las sociedades locales más gobernables. Veintitrés años han transcurrido
de este proceso y para Santander de Quilichao, el balance no es nada halagador:
ocho gobiernos locales, tres alcaldes destituidos temporal o definitivamente de
sus cargos, un desarrollo del municipio lento y agenciando en mayor medida por
agentes económicos externos, y un sin número de demandas por seguridad, espacio
público, infraestructura vial, generación de ingresos, desarrollo cultural,
turístico, agropecuario y ambiental aún no adecuadamente satisfechas; y peor
aún, lejos de ser resueltas por las limitaciones económicas, administrativas y
de participación y toma de decisiones que viene afrontando el municipio.
Indudablemente en
estos veintitrés años, el municipio ha venido avanzando en sus procesos de
planeación técnica y financiera del desarrollo, mejorando los indicadores educativos,
renovando la infraestructura urbana y de servicios, modernizando su estructura
administrativa y formando sus cuadros burocráticos y dirigentes, pero continúa
limitado por las normas, por los recursos económicos y por los procesos de
descentralización administrativa incompletos, que le han impedido hacer mejor ejercicio
de autoridad, lograr una gestión social y económica más eficaz y alcanzar la
integración social.
Encima de todo, lo
que sí ha sucedido es que algunas fracciones de la cada vez más ambiciosa y
ascendente clase media dirigente, seducidas por el poder y por el deseo de gobernar,
han convertido el municipio en un verdadero campo de batalla y contribuido por
esa vía, de manera irresponsable, a profundizar la crisis que ya por culpa de
las orientaciones nacionales vivimos, y que no las resuelve el gobierno local,
cualquiera que este sea. Tal vez resulte necesario en esta época electoral hacer
un alto en el camino y pensar que antes que seguirnos peleando entre nosotros
por un “dulce” que con la Constitución de 1991 nos dieron, lo que necesitamos
es hacer un frente común para colocar
por encima de cualquier interés particular, el desarrollo tan ansiado y tan
atrasado de nuestro municipio.
Cualquier
comentario a ese artículo puede ser enviado a: h_hvalencia@hotmail.com
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