Entrevista
al profesor Mario Álvarez:
“Hay que
ser cuidadoso con el asunto de estar hablando que estamos desarrollando un
modelo de pedagogía social y estamos posiblemente adscritos a un determinado
programa.
En una institución siempre hay una forma
particular de ver las cosas, que condiciona la pedagogía social”.
Por: Hugo Hurtado Valencia[1]
Como parte de las actividades del proyecto: “Estado
del arte de la Pedagogía Social en Iberoamérica”, liderado por el grupo Calidad
de la Educación Superior, el profesor Hugo Hurtado Valencia estuvo en la
Universidad San Buenaventura, dialogando con el profesor Mario Álvarez, coordinador
del doctorado en Educación y director de la línea de investigación: Estudios
Culturales y Pensamiento Pedagógico. El profesor Mario es doctor en Pedagogía
Social, egresado de la Universidad de Granada en España y sus aportes, como
autoridad en la materia, son importantes para seguir consolidando un
pensamiento pedagógico que guie el actuar institucional, de cara a la formación
de nuevos docentes comprometidos con el desarrollo real y efectivo de sus
comunidades. Con relación a la pedagogía social y su lugar en la formación esto
fue lo que el profesor Mario nos dijo:
H.H:
Hablando de su profesión y de su experiencia laboral ¿Qué es lo más relevante?
M.A:
Mis mayores preocupaciones están ligadas a entender que los ámbitos de la
educación son potencialmente los lugares más indicados para reflexionar los
proyectos de humanidad y hacer de la educación un agenciamiento cultural, lo
que implica asumir posturas frente a fenómenos concretos como la crisis de
humanidad, valores, comportamientos que corresponden más al mundo de la
apariencia y del consumo. Es decir, mis
preocupaciones son aquellos asuntos que invitan a reflexionar el lugar de la formación en la constitución de
sociedad.
H.H: Se viene hablando en
Latinoamérica, en Colombia y en algunas universidades de corte humanista, de
Pedagogía Social. ¿Qué es la pedagogía social y por qué esta pedagogía y no
otras?
M.A: Hablar de pedagogía y
de educación social y tratar de encasillarla podría ser un error, precisamente uno de los rasgos de la
pedagogía social es entenderla como la pedagogía de todos y para todos. Yo recuerdo
a mi director de tesis en la Universidad de Granada, cuando señalaba que la
pedagogía social era asunto de volver a pensar, pero no pensar la acción de los
ideales del humanismo, de la modernidad sino volver a acercarnos unos a otros
y proponer una perspectiva humana consensuada, con una alta dosis de
participación. Por eso digo: la
pedagogía social como la plantea Jesús García Domínguez, Carreras o Natorp (que
en su momento confundió la pedagogía social con sociología educativa) es hacer
acuerdos que impliquen la participación de todos en la construcción de ese gran
proyecto colectivo humanista y que puntualmente la educación sea pensada desde allí.
H.H: Usted se doctoró en
España, en la universidad de Granada, ¿cuál es su experiencia en relación con
la pedagogía social?
M.A: Inicialmente
reconocer que en España, el movimiento de pedagogía social viene ganando adeptos, reconociendo que ellos,
están inscritos en la escuela alemana y
comparten el pensamiento francés, con respecto a la forma de concebir los
ámbitos de la educación social. En España, la mayoría de autores están ganando
fuerza y colocando el horizonte de sentido, al abordar asuntos de la pedagogía
social; haciendo la historia de la pedagogía social, involucrando asuntos de la
política social, desde otros lugares no necesariamente anclados a la
institucionalidad educativa. La escuela empieza a observar que donde haya
grupos humanos que desean compartir una apuesta en común, allí está la
oportunidad de hacer pedagogía social. En España son reiterativos en señalar que la pedagogía social debe superar
la institucionalidad educativa para llegar a esos lugares, donde se potencializa
la posibilidad de realizar una nueva humanidad, construir un ser social que reconozca
y necesite al otro, que actúe de manera diferente a como lo ha venido haciendo
desde la perspectiva moderna.
A través de la
educación se logra una concepción sobre la visión del mundo, se pueden superar
tensiones, desafíos que reclama el mundo contemporáneo. Por mi formación inicial de economista y de
haberme situado por mucho tiempo en ambientes de formación positivista, con una
cierta dosis de instrumentalización del saber, pretendía que la economía era la
última voz. Cuando ingresé al mundo de
la educación encontré que es desde lo educativo, donde se posibilita hablar de
procesos de desarrollo que superen el reduccionismo con el cual, economistas,
sociólogos y antropólogos se unen a proyectos pre-establecidos. La educación logra
grandes transformaciones, por ello siempre he estado preguntándome por la
relación y pertinencia de los proyectos pedagógicos y las visiones de desarrollo. Poner a la cabeza
la educación y la recreación pedagógica para orientar un proyecto de humanidad
que esté sustentado en otros presupuestos éticos y no en la racionalidad económica que se impone
sobre las demás.
HH: ¿Puede hablarse en
Latinoamérica de Pedagogía Social?
M.A: Creo que se encuentra en
exponentes como Paulo Freire, en Pedagogía del Oprimido, Freire Plantea que se puede
cambiar la historia, reconocer que la educación hace grandes transformaciones;
es decir aquí no es economía - sociedad y desarrollo sino educación, cultura y
economía. A Freire lo leen más las personas de fuera de América Latina, él es uno de los grandes exponentes de la
reflexión de la pedagogía social.
H.H: En estos días
hablábamos de México ¿Cuál es su visión de este país, con respecto a la pedagogía
social?
M.A: No soy gran conocedor
de la pedagogía social en México, pero es uno de los países que con más fuerza
ha luchado sus propias particularidades. En América latina, México ha sido
consciente del valor que tiene la cultura propia y esto le ha permitido resistir
a los proyectos modernizantes. En últimas, en los proyectos civilizatorios ha
estado presente la pedagogía social porque los grupos humanos, después de
reflexionar y converger en intereses comunes, han asumido posiciones de
resistencia ante modelos globalizantes y
evidenciado como hemos podido observar en muchos movimientos sociales, la
defensa de la cultura. Los mexicanos han
mostrado que es a través de otros lugares, aparte de la institucionalidad,
donde se gestan y germinan apuestas de formación.
H.H: En el caso de
Colombia ¿Cómo ve usted el desarrollo de la pedagogía social?
M.A: En Colombia hay que comprender
un poco más el sentido y significación de lo que estamos entendiendo por pedagogía
social. La mayoría de personas e instituciones, muestran debilidad, desde el
punto de vista conceptual, respecto a la pedagogía de educación social. La
mayoría utilizan el discurso de la pedagogía y la educación pero siguen ligados
a una institucionalidad que puede ponerse entredicho, frente a lo que es una
reflexión de carácter pedagógico; y en este caso un proyecto de humanidad o de
sociedad.
H.H:
¿En la Universidad San Buenaventura, se trabaja el tema de la pedagogía social?
M.A: Considero, y esto es
una preocupación, que hay universidades que plantean que su modelo pedagógico
está sustentado en la pedagogía social, pero cuando se entra a validar este
tipo de presupuestos, se encuentra que es precisamente lo contrario. La
pedagogía social nace en otros lugares, no en la institución. No estoy diciendo
que la pedagogía social no pueda compartir el lugar o anclarse en la
institucionalidad, pero el evento educativo con sus propias dinámicas hace
imposible apuestas formativas. Cuando hablamos de pedagogía social, estamos
hablando de un proyecto de socialización, de civilidad, de humanidad, de
hombre, de una apuesta de sociedad. La pedagogía social está ligada con la
filosofía y la antropología y concretamente con la sociología, no tanto con la
mirada teórica de la sociología sino del asunto social, por eso el nombre de pedagogía
social y no sólo el adjetivo de lo social a la pedagogía. No voy a entrar en la
discusión que todas las pedagogías tienen una apuesta de sociabilidad o
socialización.
H.H: ¿La pedagogía social puede
ayudar a fundamentar las prácticas educativas en la universidad?
M.A: Llevo muy poco tiempo,
pero podría señalar que la pedagogía social en la concepción del modelo
pedagógico de la Universidad San Buenaventura no está presente; es decir puede que no sea de su interés, porque
para nadie es un secreto que la institución, ha sido declarada confeccional y ello
implica apostarle a un proyecto de humanidad previamente establecido, con
rasgos propios en la forma de ver el mundo desde el sentido religioso, que
puede estar en contravía de lo que es un pensamiento pedagógico que germine en
lugares donde los seres humanos hayan ganado autonomía.
H.
H: Usted hace estudios culturales y pedagógicos en el
nivel de doctorado ¿Cómo se está orientando esta línea de investigación? ¿Cuáles
son sus propósitos, qué está mirando?
M.A: Inicialmente
cualquiera se preguntaría cómo ligar dos asuntos o colocarlos en el mismo lugar
y estoy hablando de estudios culturales y pensamiento pedagógico, cualquiera
diría que el pensamiento pedagógico ha sido teórico y de ideologías políticas y
filosóficas. Vivimos apuestas que pretendieron convertirse en discursos
universales. Kant fue uno de los más grandes pedagogos de la modernidad, el
deber ser, la posibilidad de teorizar sobre la voluntad sustentada exclusivamente
en el uso de la razón, allí hay apuestas que se puedan rescatar, pero también hay que reconocer que hoy, hay
demasiadas dinámicas que implican que lo pedagógico no está agotado ni acabado.
La gran pregunta es por qué no reconocer en los estudios culturales la
interdisciplina, el contexto, reconocer
que en todo evento educativo siempre hay una apuesta política; es decir hay una
postura de transformar algo, por qué esconderse en una supuesta neutralidad del
lenguaje y de los discursos.
El conocimiento científico producido por las ciencias naturales tiene la intencionalidad de entregarnos formas de ver el mundo, hay apuestas que son claras de cómo nos configuran el mundo, por qué no hacer de los estudios culturales esa plataforma que posibilite volver a pensar lo pedagógico. El pensamiento latinoamericano es resultado de una cultura occidental que ha permeado nuestras forma de ver el mundo. ¿Hay posibilidades de ser autónomo y poder hablar de pedagogía latinoamericana? Este es un tema que parece importante explorar y en este caso, incorporando algunas especificidades que son propias de los estudios culturales. Sin atrevernos a decir que el problema es exclusivamente una lucha de poderes, los estudios culturales tienen que ver con el contexto, hay concepciones de la formación del hombre que se pueden pensar desde Latinoamérica, desde las etnias que son propias de América latina, desde la interculturalidad, que en términos de Canclini es hibridación cultural.
H.H:
Si hablamos de formar un profesor ¿Qué es un Pedagogo social, qué elementos
podría tener el perfil de este profesional?
M.A: El pedagogo
social es aquel que reconoce
inicialmente que el mundo no es construido a través de su desarrollo
intelectual individual. El pedagogo social es aquel que tiene la capacidad de
reconocer la potencialidad que hay en la interacción de los demás seres humanos;
es decir, es a través de los actos de interacción donde surgen apuestas comunes.
Yo creo que el pedagogo social es un facilitador de grupos humanos que logra
convertirlos en grandes agentes formadores de lo social. La pedagogía de todos
y para todos, no la pedagogía que yo concibo. He ahí, la diferencia entre un
pedagogo tradicional y un pedagogo social, que tampoco se puede confundir con
un trabajador social. ¡Qué pena! pero los trabajadores sociales ejecutan un
programa social estatal o de cualquier tipo de organización, es decir
institucionalmente están participando en un modelo educativo, el pedagogo
social no.
H.
H: Para cerrar: se está configurando una red de
pedagogía social ¿En qué fase se
encuentra?
M. A: En América latina la
red apenas está empezando, es decir puede estar presente como un modelo de
educación popular, por ejemplo, en el caso concreto de la universidad del Valle,
donde se ha estado trabajando más en la
línea de pensamiento de Paulo Freire, pero necesariamente la pedagogía social no
acaba allí. El sólo hecho de hablar de educación popular implica llegar a los
lugares que son populares. Implica institucionalmente que lo popular no está
presente, se están cargando de sentido unas supuestas apuestas que responden a
los lineamientos de Paulo Freire.
Hay que ser
cuidadoso con el asunto de estar hablando, de estar desarrollando un modelo de
pedagogía social y estamos posiblemente adscritos a un determinado programa
estatal o un programa propio o de una organización gubernamental. En una institución siempre hay una forma
particular de ver las cosas, que condiciona la pedagogía social.
[1] Profesor e investigador. Grupo Calidad de la Educación Superior.
Facultad de Educación. Fundación Universitaria Católica Lumen Gentium.
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