CON LOS PIES EN LA TIERRA. La formación del ser en la universidad: otras miradas.


Por: Hugo Hurtado Valencia

Escribo esta nota para contribuir al debate sobre la formación del ser en la universidad colombiana. El tema se ha vuelto recurrente y por varias razones: primero, las universidades vienen transitando hacia reformas educativas basadas en currículos por competencias, acordes con el Marco Común Europeo; segundo, aparentemente en estos ejercicios formativos centrados en el hacer, la formación del ser parece desdibujarse; y tercero, algunos miembros del profesorado, instalados aún en modelos de formación anteriores, continúan preguntándose, desde cuáles posturas, sobre todo filosóficas, fundamentar el ser en la universidad.

Todas estas inquietudes son válidas y reflejan las preocupaciones que alrededor de la formación tiene la comunidad educativa y, especialmente, el país. Piensen, por ejemplo, en los Nule, en los políticos, jueces, fiscales y profesionales corruptos y, positivamente también, en los deportistas, académicos, empresarios y miles y miles de personas que trabajan por un mundo mejor. La formación del ser es entonces importante y si a los ingenieros “se les siguen cayendo los puentes” todos estos problemas son también, porque no, problemas de la formación del ser, que implican a las comunidades formadoras y a los profesores.

La cuestión es, sin embargo, que la discusión sobre el ser se ha quedado en lo ideológico. De una parte, no sabemos aún a ciencia cierta, qué es el ser, cuál ser, para qué sociedad y cómo formarlo y evaluarlo. Tradicionalmente, en modelos de formación anteriores, el ser se fundamentó en lo religioso y filosófico. Ambas posturas, partieron de pensar la naturaleza humana ideal y fraccionada. Fundamentado en Platón, por ejemplo, el catolicismo dividió el ser en cuerpo y alma: el alma había que formarla, el cuerpo castigarlo. Más adelante con Kant, el ideal de formación fue la autonomía. La idea general era formar personas capaces de darse sus principios para orientar sus acciones en el contexto de una sociedad y unas normas. En otras palabras, formar la mente para dirigir el cuerpo en el contexto de una sociedad liberal.

Con al advenimiento de la postmodernidad estos dos paradigmas cambiaron. Hoy la formación del ser se piensa diferente. Se requieren seres para convivir, respetarse, cuidar el planeta y solucionar los problemas de la sociedad, desde lo cultural, científico, ambiental y económico. En otras palabras, se requieren- y no es un invento mío- seres marcadamente terrenales; espirituales sí, pero con una espiritual terrenal, autónomos sí, pero en el contexto de unas normas necesarias para la convivencia. Por ello, las preguntas por la formación del ser deben cambiarse.  No hay que preguntar desde ¿qué posturas teóricas fundamentar el ser? Es decir, partir de la ideas platónicas o kantianas para formar el ser.  El problema de la formación del ser hay que plantearlo, al menos desde la perspectiva de los profesores, diferente. Partir del hecho cierto que los estudiantes llegan a la universidad con un ser, transitan el espacio y las relaciones universitarias y enriquecen, deterioran o trasforman su ser, y continúan durante el resto de sus vidas en este mismo ejercicio.  

Ahora bien, ¿Qué tanto conocemos de ese ser que nos llega a las universidades? ¿Qué tanto somos conscientes del ser que, a través de las distintas interacciones y programas curriculares, estamos formando? ¿Qué acciones intencionales e interdisciplinares se pueden desarrollar? ¿Para qué sociedad?  La cuestión de la formación del ser, no es pues un asunto de la filosofía, de la ética y por tanto de los profesores que dirigen estas áreas: los humanistas. El problema de la formación del ser es un asunto que compete a toda la comunidad educativa, que consciente o inconscientemente incide en la tal formación.

Más específicamente, en los programas de formación por competencias, la formación del ser es incidida por los maestros de las distintas disciplinas, los cuales apropian para sí las cargas valorativas y políticas que cada disciplina contiene. En este orden de ideas, contribuyen a formar un ser-ser, un ser- conocer y un ser-hacer que finalmente se concreta en el perfil del estudiante formado.

Por todo lo anterior, la vieja pregunta por la formación del ser no debe ser postulada desde la teoría, en el modelo dualista de corte platónico o kantiano. Por una parte, el ser no puede separarse en dimensiones, por otra parte, su formación es un hecho real que consciente o inconscientemente se realiza. Un examen detenido de este asunto, talvez nos lleve hacia otras miradas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario