Por: Hugo Hurtado Valencia.
Departamento de Humanidades
Universidad Cooperativa de Colombia, sede Cali
En el ámbito universitario leer críticamente es fundamental para
la formación profesional y el aprendizaje a lo largo de toda la vida. Para el profesorado esta tarea exige
replantear las estrategias tradicionales de enseñanza y evaluación. De la
enseñanza porque requiere del diseño de actividades de aprendizaje en las que
los estudiantes pongan en juego procesos cognitivos y metacognitivos (Bustingorry y Mora, s.f). De la
evaluación porque es el medio con que cuentan los maestros para identificar los
desempeños e impulsar las mejoras. Ambos procesos, constituyen acciones que los profesores despliegan en las actividades educativas. Ocurre
sin embargo que a veces, la evaluación no retroalimenta los procesos de
enseñanza ni determina el avance de los estudiantes. Primero porque se utiliza
al final y centrada en el resultado. Segundo, porque no se disponen de
instrumentos confiables que den cuenta de estos avances. Se plantea en este
texto que un aporte a la articulación de la evaluación con la prácticas
educativas debe darse en estas dos direcciones: afinar los instrumentos de
evaluación para hacerlos confiables e integrar la evaluación a la actividad de
enseñanza.
En efecto,
cuando se utiliza la palabra “afinar” se tiene en cuenta que el profesorado ya utiliza distintos instrumentos de evaluación
tales como test, talleres, listas de chequeo, rúbricas y demás para evaluar la
lectura crítica. La afinación se relaciona entonces con la necesidad de alinear
tales instrumentos con estándares internacionales, nacionales e institucionales,
sustentados además, en su diseño, en
teorías de evaluación. Para ejemplo, en el caso de la Universidad Cooperativa
de Colombia los instrumentos de evaluación de la lectura crítica vienen siendo
soportados teóricamente en la noción de competencia (Chomsky, 1972; Greimas,
1973 e Hymes, 1996) campo conceptual (Vergnaud, 1990) aprendizaje (Biggs, 1995)
y en perspectivas evaluativas como la taxonomía SOLO (Biggs, 1995). De acuerdo con esta taxonomía, el desempeño de
los estudiantes en lectura crítica puede clasificarse de acuerdo con los
siguientes niveles: uniestructural,
multiestructural, relacional y abstracto ampliado. La fundamentación
teórica de la evaluación y su materialización en el instrumento es pues un
aspecto fundamental para superar los juicios meramente subjetivos conque suele revestirse
esta actividad en el aula de clase.
Por otra
parte, afinar los instrumentos de evaluación es necesario pero no suficiente
para mejorar la formación de los lectores críticos. Se requiere además, que
tales instrumentos y la evaluación, hagan parte de la enseñanza y del
aprendizaje; reorienten los procesos y en pocas palabras, estén alineados con
la práctica formativa. Una buen ejemplo de esta integración se da cuando el
profesorado diseña actividades de aprendizaje que fuerzan la actividad del
pensamiento; es decir, cuando las actividades llevan a los estudiantes a identificar, describir,
caracterizar, inferir, deducir, analizar, comparar, explicar, etc., distintos aspectos
del texto. Por las mismas razones la selección de los textos en las actividades
de formación de los lectores críticos debe ser cuidadosa. No se trata de
abordar cualquier lectura sino situaciones y contextos relevantes y
significativos para la formación del lector. Estos textos que pueden ser
filosóficos, científicos, históricos y literarios organizados alrededor de
ejes, deben permitir que el estudiante construya autónomamente su aprendizaje. En
la lectura crítica no se trata de enseñar a leer, se trata como ha considerado
el ICFES (2015) de leer para aprender. Este proceso que exige por parte del
profesor el desarrollo de actividades de aprendizaje para el reconocimiento de los aspectos locales del
texto, para la denominada lectura inferencial y la lectura estrictamente
crítica o propositiva, conlleva otra serie de cambios, relacionados sobre todo
con la cultura lectora de quien acompaña la enseñanza. Si el profesor lee
críticamente enseña a leer en este mismo sentido. Por último, leer críticamente
es trasversal a todas las áreas del conocimiento y por tanto la responsabilidad
recae sobre todo el profesorado de la institución y no en unos cuantos. Ha sido tradicional en la
institución universitaria que esta actividad se encargue solamente a los docentes
de Humanidades pero esta perspectiva debe cambiarse.
En
conclusión, la formación de los lectores críticos requiere articular las
prácticas evaluativas a las estrategias de enseñanza, pero también afinar los
instrumentos de evaluación y mejorar así
mismo el propio desempeño del profesor para leer críticamente.
Referencias
Biggs, J. (1995). Biggs structure of the observed learning
outcome (SOLO) taxonomiy. ss: ss.
Chomsky,
N. (1972). Estructuras sintácticas. México:
Siglo XXI Editores S.A.
Sonia Osses Bustingorry, Sandra Jaramillo Mora.
Metacognición: un camino para aprender a aprender. Estudios Pedagógicos XXXIV, 1: 187-197.
Disponible en: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-07052008000100011
Hymes, D. (1996). Acerca de la competencia comunicativa. Forma y función, 13-37.
Greimas,
J. (1973). Semántica estructural. París:
Larousse.
ICFES.
(2015). Módulo de lectura crítica
Saber Pro 2015-2. Bogotá: ICFES. Mineducación.
Vergnaud,
G. (1990). La teoría de los campos
conceptuales. Traducción de Juan D. Godino. CNRS y
Université René Descartes.
Recherches en Didáctique des Mathématiques, Vol. 10 Nº 2, 3, pp. 133-170.
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